El fotógrafo de la semana es Ramón Menéndez Covelo

Me llamo Ramón Menéndez Covelo, y aunque a priori mi historia académica y profesional podría cuadrar con un perfil de ciencias muy “cuadriculado” (soy ingeniero químico y tecnólogo de alimentos), creo que en mi caso la parte que manda en mi cerebro es la “amarilla” (la creativa): de pequeño dibujaba cómics, luego pasé a escribir relatos y novelas, y sobre todo la música siempre ha sido una parte central en mi vida (toco la batería desde los 8 años, ahora también la guitarra…).

La fotografía es una más de todas esas (demasiadas) aficiones. En cuanto a disciplinas, al principio me centré en la fotografía callejera y el macro de insectos, pero poco a poco he ido derivando hacia la fotografía de paisaje, ya que esta es una excusa perfecta adicional para intensificar aún más la que sin duda es mi mayor afición de todas: viajar. Y, como en la mayoría de los casos de viajeros incansables, esto incluye también toda la parte de elección del destino, preparación, planificación y organización del viaje. Requiere bastante tiempo y esfuerzo, pero lo disfruto casi tanto como cuando estoy en el destino. Todos los viajes me los he hecho a mi gusto y por libre, jamás he viajado de manera organizada por terceros: no me gusta que me den las cosas hechas.

De hecho, el gusanillo por la fotografía me entró en un viaje a Jamaica en el año 2007, a raíz de unos espectaculares atardeceres vividos allí. A partir de entonces, me esforcé en intentar plasmar lo mejor de los viajes en fotografías pero no fue hasta el año 2011 que me compré una réflex y poco a poco fui profundizando en técnicas más avanzadas para conseguir los efectos que buscaba. A día de hoy no tengo ninguna “receta” y en cada caso utilizo las herramientas y técnicas que creo conveniente para esa situación. He sido autodidacta en todo y me gusta experimentar. Para la composición, que es el pilar fundamental de cualquier gran fotografía y que cuando al principio se empieza a aprender la técnica mucha gente suele subestimar, me guío bastante más por la intuición que por las “reglas” y soy más bien de esos que prácticamente no se mueven del sitio una vez han encontrado el encuadre satisfactorio.

Me gusta disfrutar en el terreno haciendo la foto y llevármela en cámara lo más terminada posible. Para mí es divertido tomarme como un desafío el captar el momento perfecto: la ola ocasional con la fuerza necesaria y las trazas en la dirección correcta, el rayo de luz que ilumina fugazmente la piedra del primer plano, el pequeño claro en las nubes que se abre instantáneamente en el sitio idóneo, el momento exacto en que sale el sol por el sitio esperado,… Son momentos que en muchas ocasiones apenas duran segundos y me encanta la presión de no fallar. Además, cuando sale bien, esa sensación de volver después a casa sabiendo que tienes un tesoro guardado en la tarjeta es impagable.

Después de aquel viaje a Jamaica han venido muchos más, como a Brasil, la Costa Oeste de USA, Cerdeña, Croacia, Azores, Malasia, Singapur, Londres, Francia, Portugal continental, Tailandia, Camboya, Hawai, Venecia, Suiza, Canadá, Madeira,… y mis tres destinos fetiche, a los que he ido tres y hasta cuatro veces (y volveré): Nueva York, Islandia y Seychelles. La lástima es que de varios de ellos no me he podido traer las fotografías que me gustaría hacer ahora dado que entonces aún no tenía los conocimientos adecuados… ¿tendré que repetirlos?

Gracias por dedicarme vuestro tiempo y un saludo.