Si realmente quieres calidad (y la necesitas) apuesta por las cámaras de formato medio
Las buenas fotografías no son gracias a las cámaras, sino al uso que hagamos de ellas. Si tu mirada merece la pena, dará igual la cámara que utilices. Si buscas la máxima calidad, seguro que estás buscando información sobre las de formato medio, un tipo de cámaras que tienen en su interior sensores mucho más grandes que las conocidas full frame. Vamos a hablar de las cámaras de formato medio ¿Realmente merecen la pena? ¿Qué ofrecen respecto a los demás modelos del mercado? ¿Cuál es la cámara de formato medio que recomendaría?
Cuando vemos las grandes fotografías de la historia, algunos nos preguntamos con qué cámaras están hechas. Es por mera curiosidad o porque admiramos el trabajo del autor. Pero espero que seamos conscientes que por tener el mismo modelo no haremos los mismos disparos.
Si te gusta la estética de Richard Avedon, los retratos de Irving Penn, la fotografía callejera de Robert Doisneau o los patrios Carlos Pérez Siquier o Luis Baylón, deberías mirar las cámaras de formato medio (no digáis nunca más medio formato que es la traducción directa del inglés). Su gran ventaja puede que te parezca su gran problema: el tamaño del negativo y ahora, por supuesto, del sensor. Son tan voluminosas y pesadas en los tiempos de los móviles que puedes parecer un dinosaurio con ellas. Pero es el precio que debes pagar para tener la máxima calidad posible y una tridimensionalidad imposible de conseguir de otra forma.
La realidad del formato medio digital
Son cámaras con un precio alto. Un sensor grande es más caro de producir. De las obleas que parten, los fabricantes tienen que estar seguros de ofrecer el mejor corte posible. Y es más complicado que un sensor de, por lo menos, 43.8mm x 32.9 mm, sea perfecto. Además, hay que diseñar objetivos que cubran todo su área, con lentes lo suficientemente grandes para cubrir toda la superficie sensible.
A cambio nos ofrecen una calidad insuperable gracias al mayor tamaño de los píxeles. Para hacerse una idea, el tamaño de los píxeles de una Sony A7 RV es de 3,8 µm, mientras que el de una Fujifilm GFX50SII alcanza los 5,3 µm. A más superficie útil, mayor tamaño. Eso sí, no olvidemos que una Sony A7 SIII, que solo tiene 12 Mp, tiene unos píxeles de 8.4 µm…
Al ser más grande, los circuitos tienen mayor tamaño y son más eficientes. En los modelos más avanzados, como los de Hasselblad o Phase One, encontramos archivos RAW de 16 bits sin interpolar. Para que nos hagamos una idea, casi todas las cámaras del mercado ofrecen 14 bits, es decir, 16.384 niveles. Los archivos de una Hasselblad X1D II 50c son de 16 bits, 65.536 niveles. Un móvil que dispare en jpeg apenas alcanza 256 niveles, para que hagamos nuestros cálculos.
Todos estos datos quieren decir, en teoría, que estas cámaras llegan a los 12 diafragmas de rango dinámico, que es la capacidad de representar, con detalle, las luces y las sombras de una escena. Lo más importante es la cantidad de información teórica que encontramos en las sombras a la hora del revelado. Se podría escribir largo y tendido sobre el tema, desde luego, pero no quiero adentrarme más por ahora.
El formato medio es el rey de los estudios y de la fotografía de paisaje. Pero en los tiempos de las pantallas pequeñas, pocas veces notaremos las diferencias de calidad. Eso sí, tendremos que lidiar con el control de la profundidad de campo. Son valores teóricos, pero para conseguir la misma profundidad, siempre tenemos que cerrar un punto el diafragma, de f11 a f16, por poner un ejemplo rápido.
En este punto es donde marcan la diferencia, donde se nota la calidad escultórica de la luz. Gracias al tamaño del sensor, a las leyes ópticas, cuando enfocamos un objeto y conseguimos que esté nítido, parece que se sale del plano. Es uno de los pilares del formato medio.
Además, tenemos que contar con los mejores objetivos posibles para sacar todo el detalle sin problemas de calidad, aberración cromática y difracción, porque siempre tenderemos a cerrar, como he dicho en el párrafo anterior. Y por motivos técnicos, no soportan tan bien como deberían las sensibilidades altas. Por lo demás, las cámaras actuales tienen todos los automatismos de sus hermanas pequeñas.
No son tan rápidas, no tienen los mejores sistemas de enfoque automático y carecen de tantos automatismos. Son como las cámaras réflex de hace unos años en cuanto a tecnología, pero el tamaño del sensor compensa todo. Si quieres calidad no tienes que mirar a otro sitio.
Por estos motivos, la calidad de estos equipos es superlativa y nos permiten ofrecer una calidad sin parangón a nuestros clientes y espectadores. El problema es que se empieza a notar cuando contemplamos copias de gran tamaño, grandes ampliaciones o recortes extremos… En la pantalla de un teléfono móvil todos los gatos son pardos. Pero los ojos más preparados perciben la diferencia.
El nuevo mercado para las cámaras más grandes
La tecnología de las cámaras sin espejo es perfecta para los nuevos modelos de formato medio. La ausencia de espejo permite diseños impensables y trabajar, con garantías, con estas cámaras en las manos. Ya no hay un espejo enorme que mover (los más ancianos del lugar, ¿os acordáis de la Pentax 67?) y gracias a la estabilización de los objetivos, podemos hasta olvidarnos del trípode, aunque siempre deberíamos llevarlo encima.
Los diseños actuales de las cámaras de formato medio son herederos de las míticas Hasselblad de 6×6 y de las maravillosas Mamiya 7 y Fuji GW690 III Professional, con un formato mucho más grande que las actuales. Imaginaos cómo es tener un negativo de 6×7 cm o incluso 6×9. De hecho, una de mis favoritas, la Hasselblad 907X 50C, que puede convertirse en un respaldo de las míticas 500 C, 500 C/M, 501 C, 503 CX, es el puente entre las antiguas y nuevas generaciones.
Los precios son más altos de media que los de las mejores sin espejo de formato completo, pero afortunadamente encontramos un modelo de entrada al formato con precios semejantes a una Sony A7RV o una Canon R5. Es la Fujifilm GFX50SII, con la que hemos hecho las fotografías de este artículo, que cuesta 3199 €. Si queremos ir más lejos, la Hasselblad X1D II 50c se va a los 4765 €.
¿Compensa una cámara de formato medio? Desde el punto de vista económico dudo que hoy en día merezca la pena, salvo que trabajes en un gran estudio y seas amigo de las grandes ampliaciones, por encima de un metro. Tienes que manejar presupuestos muy altos para apostar por este formato. O tener muy claro lo que quieres ofrecer a tus clientes.
Pero las satisfacciones que nos dan hacen que no me quede más remedio que recomendarlas. Las fotografías de paisaje vibran, los retratos revelan hasta el último poro y trabajar con estos archivos es un reto continuo (el ordenador tiene que estar a la altura). Los modelos que he presentado no son mucho más caros que una Sony A9 II o una Canon EOS R3.
Tienes que ver el tipo de fotografía que haces, si eres de los que estás convencido de que el tamaño del sensor es uno de los pilares de la calidad fotográfica y por supuesto, amas esta afición por encima de todas las cosas.
Yo soy sincero, si pudiera, vendería todo mi equipo y dejaría todo por una cámara de formato medio.
¿Tú qué piensas?