Paisajes de costa by Fran Palmero
Paisajes de costa es una oda a las costas, por todo lo que nos ofrecen a los fotógrafos de naturaleza. Artículo extraído de la edición número 3 de la Revista Phot.
PAISAJES DE COSTA
En la vida todos tenemos una orientación diferente, a algunos les gusta la ciudad, a otros el campo, a otros la montaña… pero seguro que entre todos hay un denominador común, a la gran mayoría de la gente les gusta el mar.
El mar es hogar de pescadores, de turistas, de pensadores, un lugar donde reflexionar, donde ahogar tus pensamientos más malignos y hacer que refloten los más buenos. Un lugar idóneo para planificar proyectos futuros , un lugar que invita a soñar nuevas metas … y como no … el mejor lugar para los amantes de la fotografía de naturaleza.
El mar te ofrece sensaciones, belleza estética, contrastes, experiencias… cientos de posibilidades en las que poder trabajar si tu objetivo es hacer una foto, puedes observar pequeños detalles, como los surcos que dejan las olas al alejarse de la arena, puedes inmortalizar la sensación de grandeza que te aporta la inmensidad del mar, puedes jugar con el contraste de las sedas que crean las olas en una larga exposición con la fuerza de las rocas que aguantan estoicamente la estampida o puedes jugar con el poder del agua chocando con las rocas que hacen parecer a éstas pequeñas e indefensas…
En definitiva, el mar es un banco de pruebas para el ingenio del fotógrafo de naturaleza y lo que es más importante aún, es una fábrica de sensaciones, poder disfrutar de todo ese espectáculo a tus pies subido en unas rocas es una experiencia recomendable para cualquier persona, sea o no amante de la fotografía, pero inmortalizarla… llevarte a casa ese momento único e irrepetible es algo que únicamente se puede comparar con acciones que se cuentan con los dedos de una mano.
Personalmente recuerdo estar una noche de luna llena en playa Benijo de Tenerife, tan solo rodeado por un par de amigos , la luna, las rocas y la inmensidad del océano mostrándonos su poder , demostrándonos que el ruido que genera sus impactos en las imponentes rocas, que parece insignificante durante el día, se magnifica por la noche en esas condiciones y todo ello aderezado por la luna que nos ilumina el escenario para que solo tengamos que sentarnos delante y disfrutarlo.
Yo aconsejo que, cuando te encuentres en una situación así al ir a hacer fotos, que dejes de lado la cámara (tan sólo unos minutos, claro) y miremos al infinito, observando todo aquello que la vista abarque y dejar que las sensaciones del momento nos inunden y, el olor, el ruido del impacto de las olas en la roca, la luz de la luna, las nubes que nos acompañan para adornar el momento … pasen a ser parte de nuestro recuerdo, que nos sirvan de inspiración para poder traernos todos esos sentimientos plasmados en el sensor de nuestra cámara.
Creedme, funciona.